IV
Para desprenderse
del nombre, de la casa,
de los sucesos
y lo que no somos,
salir del vicio
del tiempo y dejar de ser
poco a poco
y para siempre.
Contemplarnos
en el momento mismo
en que nos sorprende
la nitidez
y nos sentimos
inmersos como
por primera vez
sobre el espacio,
resultando evidente
que este cuerpo
sea materia
y habite el mundo
como un niño
habita la infancia.